Desde mi Ventana
sábado, 6 de marzo de 2021
DESDE MI VENTANA Las cosas del comer
sábado, 13 de febrero de 2021
DESDE MI VENTANA (La soledad)
Hoy es un mal día, una fina lluvia y la niebla pertinaz han decidido pasar el día sobre el pueblo y desde mi ventana no se aprecian más que difuminados contornos grises y apagados de lo que otros días fueron los espléndidos paisajes brillantes y coloridos de poniente.
Mi ventana hoy no me da luz, mi ventana está triste por no poder mostrarme la belleza del mundo exterior. Sus cristales lloran con diminutas gotas que los recorren juntándose y produciendo pequeños regueros como venas que retiran el líquido de la vida.
Desde mi ventana, a pesar de todo, me siento seguro, me tranquiliza, me protege de las inclemencias de afuera pero, hoy desde mi ventana no tenemos argumentos para comentar lo que vemos, hoy es un mal día para mirar pero no tanto para pensar, para reflexionar. A mi ventana le gusta que le hable y ella me responde, entablamos amenas conversaciones, aunque no siempre estemos de acuerdo en todo. Lo importante, me dice, es el respeto mutuo entre ámbos.
Hoy me ha dado por pensar en la soledad y para introducir el tema, pregunto a mi ventana si se siente sola, allí puesta, allí colocada, majestuosa, estática, pero sabia cómo las profesoras, como las madres que lo saben todo de la vida. Rauda, mi ventana me responde que nunca se ha sentido sola, que la casa siempre fue un enjambre de niños, jóvenes y adultos, hasta ahora, ay mi niño, ¿que será de tí el día de mañana?.Creceras, envejecerás y dejaras de estar junto a mi, ay ¿qué será de tí? Podrías buscarte un lugar más apropiado.
Y ¿adonde voy a ir? Sin poder ir, cargando siempre con la maldición rodada que la vida me ha dispuesto, ¿y ella? qué hacer con ella, en los otros posibles sitios ya hay ventanas y tendría que dejarla sola, abandonada sobre aquella pared de aquella vieja casa que acabará por venirse abajo irremediablemente. Ya lo hemos hablado demasiadas veces, no, yo permaneceré donde siempre, donde nací una fría mañana de otoño, donde me he criado y donde tengo la seguridad y la protección de mi ventana.
¿Sabes ventana amiga, que ahí afuera, hay muchas personas que viven en soledad? La soledad puede ser impuesta o buscada, la soledad más cruel es la impuesta; por un encierro, por un abandono, por la espantada de la gente que alguna vez te ha rodeado, por una enfermedad, porque la sociedad te aísla y te excluye como a un paria. La soledad, esa soledad se nota y hace más evidente, cuando la aldaba de tu casa va dejando de sonar, cuando la correspondencia antes abundante empieza a cesar hasta convertirse en apreciados y raros tréboles de cuatro hojas.
Me pregunto si esas personas que viven en soledad, si les pesa, si les roe el alma ¿No tendrán una ventana; que les acompañe, les cuide y les proteja de su soledad? y si no es posible, si no la tienen, pienso si tanto esfuerzo sería que los otros, los agraciados de Dios le llevaran una ventana.
Mi ventana esta de acuerdo en que la Soledad puede ser elegida o impuesta. Se puede elegir estar solo y es algo aceptable, que te impongan tal tortura es inhumano, cruel. El gran problema no son ni los unos ni los otros, los voluntarios o castigados. El gran problema lo tienen todos los demás, o la gran mayoría porque en su interior guardan la más negra de las soledades. El desprecio.
martes, 2 de febrero de 2021
DESDE MI VENTANA La condición humana
Desde mi ventana veo pasar la vida. Mi ventana a veces intenta engañarme pero de tanto estar tras ella más fácil me es comprenderla, lo hace por mi bien porque la verdad muchas veces duele y mi ventana me protege, me esconde y oculta de esas verdades crueles y agónicas, pero al fin verdades.
Mi ventana me protege, pero sabe por cuál de sus rendijas o desconchones de sus cristales miro para descubrir sus engaños. Mi ventana me cuida, me protege del mal y yo la dejo.
Mi ventana, estos días me habla de la bondad de las personas, mi ventana me transmite un mundo ideal donde todos los hombres son buenos unos con otros, que el amor impera sobre todas las cosas y que Dios en su magnífica bondad mantiene a su rebaño humano en armonía, amor y amistad. Pobre de mí, confinado cada día tras mi ventana sin saber del mundo más que lo que cuentan los libros o lo que hablo con estos postigos.
Mi ventana me cuida, mi ventana me protege del mundo, de la maldad, de la impunidad. Mi ventana trata de ocultarme tantas cosas dolorosas y desagradables..., pero mi ventana tiene cuatro viejos y limpios cristales, con las imperfecciones propias de la vejez. Mi ventana me anima a mirar por aquellas partes más puras y transparentes pero heme aquí empeñado en mirar a través de este o aquel otro pequeño defecto que me deja ver una realidad diferente.
Desde mi ventana veo pasar las personas que acuden a sus tareas cotidianas: los hay alegres, ilusionados, ansiosos e incluso felices pero también veo a gente caminando hacia dios sabe dónde expresando grandes tristezas. Enormes desilusiones con una infelicidad que no pueden ocultar al desconchón del cristal de mi ventana, los hay incluso que pareciera que llevaran una pesada carga.
Tras mi ventana no se me escapa la cruda verdad de la humanidad: el peor mal del hombre es el propio hombre. ¿Cómo luchar contra nosotros mismos? Cuentan que hace muchos años, para luchar contra el mal que el propio hombre se estaba causando, Dios mandó un gran diluvio que destruyó la humanidad y que desde entonces se esperaba que aprendiéramos, pero no hemos aprendido. ¿Nos hará falta otro diluvio?
Mi ventana me cuida, mi ventana me protege, mi ventana no quiere que sepa la verdad pero no puede esconder la realidad que hay más allá de sus cristales. Estos últimos días he leído algo así: "Hay muchos otros factores que influyen en las personas exitosas. Una persona que no posea una autoestima, por mucho que se levante más temprano no logrará el éxito.Tiene que ver mucho la madurez emocional de las personas..." (1)
Y también algo como esto otro: "Según mi experiencia, hay una muy alta relación entre tener éxito con: la rapiña, el baboseo, el utilizar a los demás como escalón para seguir subiendo, el peloteo, la pamplina, la poca vergüenza, la falta de altura moral, los celos personales y laborales, la envidia y sobre todo el deseo de creerse mejor que nadie. Sí, lo consiguen con esfuerzo, pero jodiendo a los demás. (2)
Pues eso, otro diluvio.
(1) Maria Isabel (Facebook)
(2) Pedro Phelan Acvi (Facebook) respondiendo a María Isabel
miércoles, 13 de enero de 2021
Desde mi Ventana
Tras mi ventana me siento seguro, mi ventana me da seguridad y me protege del mal que se ha apoderado del mundo desde hace meses. Leo y veo noticias alarmantes, cifras de contagios mareantes, de hospitales al borde del colapso de sanitarios quemados y de muertos, muchos muertos, más de los que nadie puede imaginarse, más de los que han dejado algunas guerras, más de los que ninguna sociedad avanzada puede permitirse ni tolerar, muertos mostrados en gélidos pabellones de hielo, muertos abandonados en la calle y recogidos como basura por camiones, muertos ignorados que nadie quiere o sabe justificar de qué murieron aunque todos sospechen que ha sido a causa del virus pero que oficialmente no engrosan ninguna estadística como si no hubieran muerto, pero ahí están, muertos del todo. Los cientos de miles de muertos han dejado millones de familias rotas, familias llorando las pérdidas que quizá ¿quién sabe? podrían haberse salvado tras la primera ola. La primera ola a todo el mundo cogio desprevenido, a los ciudadanos, a los expertos y sobre todo a los gobiernos ¿o no? gobiernos que en unos casos tomaron rápidamente medidas otros que tardaron un poco más en despabilarse la perplejidad y otros a los que definitiva les dió igual y dejaron que el virus campara a sus anchas pero, pasó la primera ola; mascarillas, lavado de manos, distancia social, aforos, confinamientos donde todos decíamos que de esto teníamos mucho que aprender, el virus retrocedió y entonces supimos que no sabemos nada, que las sociedades más avanzadas del mundo somos estúpidos, que se nos llenaron nuestras bocas de aprendizajes y de nuevas vidas pero que en realidad nada habíamos aprendido de todo aquello, nos incitaron a hacer cosas normales como viajar, hacer vacaciones, consumir y nosotros, la sociedad como borregos llevados al matadero les seguimos alegremente la corriente y disfrutamos del verano a lo grande, como si nada hubiera pasado y pasó lo que tenía que pasar, cuatro meses de nuestra vida tirados a la basura y lo que es peor, miles de muertos, muertos para nada "aquellos primeros muertos estarán contentos con los zopencos que aquí dejaron".
Mi ventana me protege, me da seguridad, desde mi ventana veo las calles desiertas, la economía derrotada y a la sociedad como amordazados espectros andantes casi volando a hacer los imprescindibles, gente solidaria que a pesar de todo no tira la toalla porque en un principio decidió que de esta saldríamos y saldremos, Mi ventana entornada deja entrar aire fresco que ventila mi casa del aire viciado de tanto encierro, pero también me proporciona el sonido amargo de tanto insolidario que sigue jaleando en bares y terrazas, llenando grandes superficies, jóvenes sin miedo llenando bares de copas y repartiendo el virus como si de MANA se tratara, estos incívicos e insolidarios, los gobernantes como pollo sin cabeza y la oposición metiendo palos en las ruedas provocando grescas que en nada ayudan, todos estos son los causantes de que hoy hayamos llegado a estas cifras mareantes.
Mi ventana me da seguridad y me protege del exterior, desafortunadamente no lo hace de mi mente que bulle tratando de mirar adelante pero sin poder retirar la vista del pasado, de lo hecho, de los mal hecho. Que falta nos hacia un verano de disfrute ¿por el turismo que deja grandes beneficios en la economía? cinco millones de turistas en 2020 contra los ochenta y un millones de 2019. Como decía mi padre "a burro muerto cebada al rabo" ¿que falta nos hacían los Black Friday, los puentes de diciembre o las navidades. Lo más sensato que he leído estos días lo decía un señor en Faccebook, no teníamos nada que celebrar aunque solo fuera por respeto a los miles de muertos que ya hemos dejado atrás. Lo secundo totalmente.
Mi ventana me protege y da seguridad y espero seguir junto a ella cuando toda esta mala pesadilla haya pasado.
EN MEMORIA DE LOS FALLECIDOS HABIDOS Y POR HABER DE LA PANDEMIA COVID-19